sábado, 22 de marzo de 2008

Petarderos

Mmmmm
Escribo esto por compromiso con el trabajo de informática, que si no...
Mañana voy a casa de mi padre, y no volveré a tener acceso a internet hasta el lunes, que vuelva con mi madre.
Por tanto, la semana que viene no escribiré en el blog.
Realmente he ido perdiendo el interés. Por el strés, por más vida social, por más intereses, problemas y preocupaciones...
También porque no siempre puedo escribir sobre lo que realmente pienso o lo que me ronda la cabeza. Quizá porque no se o quizá por no meter la pata.
Encima, esta semana han sido las fallas.
Vivo en una calle muy céntrica y próxima al ayuntamiento, o sea que oigo todas las mascletàs (para el no-enterado: serie de petardos tirados durante 10 minutos de manera contínua, creando tal ruido que parece que las paredes de los edificios tiemblen y te piten los oidos un rato. 'Tan guays), incluídas las de la 1 de la mañana.
Si me voy de fiesta, ok, no me importa.
Pero si al día siguiente me tocaba despertarme temprano, me jode.
Y más me joden aún los borrachos chillones que pasan por debajo de mi ventana y los petarderos (que tiran petardos, no que sean unos petardos) que han descubierto que si tiran un petardo a un garage, resuena más. Resulta que mi ventana está justo encima del garage...
Lo dicho, si salgo de fiesta y tal, ok. El primer domingo ya hice una siesta de 5 horas, debido al sueño acumulado de las 2 noches anteriores...
Pero si me quedo en casa, hasta las 5 de la mañana es imposible dormirse. Y encima, las bandas de música se suelen pasear tocando cerca de mi calle. ¡Viva la música y que se jodan los vecinos!
Es normal, claro.Son fiestas y los perdono a casi todos. A casi todos.
No perdono al grupo de 3 maduritos (que ya no teneis 20 años, aunque os lo creais) que esperaba a su cuarto compañero. Éste último estaba haciendo algo justo en el portal de mi casa. El grupo de 3 me dijo que no me acercara, que su amigo iba a tirar un petardo. Yo me acerqué por el lado más alejado y con precaución, preguntándole si era un "masclet" (petardo bestia); a lo que él me respondió:"No, es más fuerte".
¡La madre que lo parió!¡Que era mi casa!
Me tocó esperar a que el "jovencito" tirara el petardo y explotara para acercarme a mi casa y subir a mi cuarto silenciosamente, para no despertar a nadie.
Porque ellos pueden tirar petardos, pero claro, soy yo la que despierta a la familia.
Y ahora, de vuelta a los 18 años y dejando atrás los reguiñosos 80, decir que me encantan las fallas, que son la leche y que ya escribiré algo recomendándolas.
Por cierto, no soy fallera...

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